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Oh, dioses del Olimpo Audiovisual, cuán agradecido a la merced que me concedéis al permitirme conocer en carne mortal, experimentándolo a través de mis retinas, el milagro de llevar el cine al interior de mi humilde morada...
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Ignorante yo, que sólo concebía la posibilidad de la instalación de un sistema doméstico de Home Cinema como una sustanciosa mejora de mi experiencia cinematográfica y poco más... oh, terrible error, ignorante de mí. Gran fantasía e imaginación albergo en mi interior, pero palidecieron mis sueños ante la evidencia de la realidad alcanzada, y ello con modestos medios, debo reconocer.
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Al principio fue el proyector... y vi que era bueno y mi asombro y deleite nublaron toda percepción adicional. La demora se hacía insoportable y no pude por más que estrenarlo usando como pantalla el inadecuado gotelé, fino y suave, tostado de color, de la pared de mi salón, conformándome ¡oh, infeliz de mí! con una triste conexión RCA de video compuesto... ah, cuán atrevida es la ignorancia y cuán osada la prisa.
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El siguiente paso fue buscar el tiro más largo, cambiando la orientación de los altavoces para seguir conservando el efecto Surround, pero continuabamos teniendo como pantalla una pared y como conexión la clavija amarilla. Y anoche, de repente, todo cambió.
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En primer lugar peregriné al Ikea, templo decorativo del mileurista, a proveerme de la primera pantalla de todo iniciado en el Home Cinema con el bolsillo acuciado por el Euribor imparable: el store Tupplur en color blanco. Atravesaba la gran superficie con él en ristre, cual lanza en astillero, adarga antigua y sin galgo corredor ni rocín flaco que me ladre, si acaso gato nórdico con más pelo que un conjunto heavy y gata rusa azul con afición a saltar por las ventanas, que ambos felinos me aguardaban en casa, pacientes ellos, llenándomelo todo de pelusas, que en los días de brisa el pasillo parece la calle de un pueblo del Far West, transitada por arbustos corredores.
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Sujetando malamante, ya de madrugada, el Tupplur sobre un gran cuadro de Pedro Cano (que uno es mileurista pero con buen gusto) que preside mi salón, desplegué el tejido contra el que se lanzan los sueños de celulóide, y de repente la luz del proyector iluminó no solo la pantalla sino la estancia y mi interior, con un poder que trascendía lo imaginado. Y entonces, probando conexiones, encontré el camino.
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Porque, cual Dante en la noche de Viernes Santo, me hallaba en el ecuador de mi vida, perdido en una jungla procelosa, y no atinaba a conseguir que la salida de video por componentes de mi DVD se entendiese con la entrada VGA de mi proyector... y entonces debió ser la luz que inundaba la habitación la que me hizo comprender... agarré el manual de instrucciones del reproductor, acción que bajo ningún concepto debe hacerse en casa, chicos, que leer es de "hintelectuales", y localicé el apartado correspondiente a la gestión de las conexiones de salida, donde aprendí que no está automatizada la misma, y que sólo tras acceder a un escondido y críptico sistema de menús se puede configurar el DVD para que entregue la señal de salida por la conexión de video por componentes. Ah, infortunio, que taimado mantenías oculto en la sombra tan ansiada solución...
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Fiat lux... se hizo la luz. La magnificencia del Séptimo Arte se desparramó por la pantalla, proporcionándome una imágen de 100" con la mayor calidad posible de que es capaz mi modesto y mileurista sistema de Home Cinema. Las deidades del Parnaso del Celulóide gozan ahora de las ofrendas sacrificiales que les he realizado en agradecimiento, y no puedo pasar sin mostrar yo mi agradecimiento ante mi gurú, mi maestro en los avatares audiovisuales, el gran Germán Nostromo, Margarina del Satanasismo pero sin embargo Caviar Beluga del Home Cinema, Trufa del Perigord del Hi-Fi y Ajna Chakra de la Alta Definición y el 5.1... y ante todo, mi primo favorito, porque la familia es lo primero pero nosotros nos encontramos en la calle y elegimos ser primos a casico hecho, y nuestra voluntad es firme e inquebrantable. Gracias, Ger.
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Materiales necesarios: proyector Benq MP511+ (330 €), conjunto Home Cinema Philips HTS3164 (209 €), store Tupplur 200x195 (35 €), cable RGB-VGA (16 €) = 590 €. El que no disfruta del CINE en casa es porque no quiere... y desengañáos, un CRT (Catodic Ray Tube, una tele "de culo" de las de toda la vida), un LCD o un Plasma no es cine... es una ventana... y que tenga más de 50" te sale por una lana... y encima para llevártela al campo es un tinglao.
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Ignorante yo, que sólo concebía la posibilidad de la instalación de un sistema doméstico de Home Cinema como una sustanciosa mejora de mi experiencia cinematográfica y poco más... oh, terrible error, ignorante de mí. Gran fantasía e imaginación albergo en mi interior, pero palidecieron mis sueños ante la evidencia de la realidad alcanzada, y ello con modestos medios, debo reconocer.
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Al principio fue el proyector... y vi que era bueno y mi asombro y deleite nublaron toda percepción adicional. La demora se hacía insoportable y no pude por más que estrenarlo usando como pantalla el inadecuado gotelé, fino y suave, tostado de color, de la pared de mi salón, conformándome ¡oh, infeliz de mí! con una triste conexión RCA de video compuesto... ah, cuán atrevida es la ignorancia y cuán osada la prisa.
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El siguiente paso fue buscar el tiro más largo, cambiando la orientación de los altavoces para seguir conservando el efecto Surround, pero continuabamos teniendo como pantalla una pared y como conexión la clavija amarilla. Y anoche, de repente, todo cambió.
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En primer lugar peregriné al Ikea, templo decorativo del mileurista, a proveerme de la primera pantalla de todo iniciado en el Home Cinema con el bolsillo acuciado por el Euribor imparable: el store Tupplur en color blanco. Atravesaba la gran superficie con él en ristre, cual lanza en astillero, adarga antigua y sin galgo corredor ni rocín flaco que me ladre, si acaso gato nórdico con más pelo que un conjunto heavy y gata rusa azul con afición a saltar por las ventanas, que ambos felinos me aguardaban en casa, pacientes ellos, llenándomelo todo de pelusas, que en los días de brisa el pasillo parece la calle de un pueblo del Far West, transitada por arbustos corredores.
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Sujetando malamante, ya de madrugada, el Tupplur sobre un gran cuadro de Pedro Cano (que uno es mileurista pero con buen gusto) que preside mi salón, desplegué el tejido contra el que se lanzan los sueños de celulóide, y de repente la luz del proyector iluminó no solo la pantalla sino la estancia y mi interior, con un poder que trascendía lo imaginado. Y entonces, probando conexiones, encontré el camino.
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Porque, cual Dante en la noche de Viernes Santo, me hallaba en el ecuador de mi vida, perdido en una jungla procelosa, y no atinaba a conseguir que la salida de video por componentes de mi DVD se entendiese con la entrada VGA de mi proyector... y entonces debió ser la luz que inundaba la habitación la que me hizo comprender... agarré el manual de instrucciones del reproductor, acción que bajo ningún concepto debe hacerse en casa, chicos, que leer es de "hintelectuales", y localicé el apartado correspondiente a la gestión de las conexiones de salida, donde aprendí que no está automatizada la misma, y que sólo tras acceder a un escondido y críptico sistema de menús se puede configurar el DVD para que entregue la señal de salida por la conexión de video por componentes. Ah, infortunio, que taimado mantenías oculto en la sombra tan ansiada solución...
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Fiat lux... se hizo la luz. La magnificencia del Séptimo Arte se desparramó por la pantalla, proporcionándome una imágen de 100" con la mayor calidad posible de que es capaz mi modesto y mileurista sistema de Home Cinema. Las deidades del Parnaso del Celulóide gozan ahora de las ofrendas sacrificiales que les he realizado en agradecimiento, y no puedo pasar sin mostrar yo mi agradecimiento ante mi gurú, mi maestro en los avatares audiovisuales, el gran Germán Nostromo, Margarina del Satanasismo pero sin embargo Caviar Beluga del Home Cinema, Trufa del Perigord del Hi-Fi y Ajna Chakra de la Alta Definición y el 5.1... y ante todo, mi primo favorito, porque la familia es lo primero pero nosotros nos encontramos en la calle y elegimos ser primos a casico hecho, y nuestra voluntad es firme e inquebrantable. Gracias, Ger.
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Materiales necesarios: proyector Benq MP511+ (330 €), conjunto Home Cinema Philips HTS3164 (209 €), store Tupplur 200x195 (35 €), cable RGB-VGA (16 €) = 590 €. El que no disfruta del CINE en casa es porque no quiere... y desengañáos, un CRT (Catodic Ray Tube, una tele "de culo" de las de toda la vida), un LCD o un Plasma no es cine... es una ventana... y que tenga más de 50" te sale por una lana... y encima para llevártela al campo es un tinglao.
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